La Voz del Silencio: Christy Martin y la Noche de la Violencia
La historia de Christy Salters Martin, la icónica boxeadora y primera mujer en aparecer en la portada de Sports Illustrated, es un relato de triunfo y tragedia. Este artículo relata los eventos de la fatídica noche del 23 de noviembre de 2010, cuando su vida dio un giro dramático en su hogar de Apopka, Florida.
Eran las 5:31 p.m. cuando James Martin, su esposo, la atacó con un cuchillo de nueve pulgadas. Christy, que se preparaba para correr, fue sorprendida por la brutalidad del ataque. Inicialmente confundida, no entendió la gravedad de las heridas que le infligía su marido.
Después de la primera puñalada, James continuó apuñalándola repetidamente, perforando su cuerpo hasta en cuatro ocasiones. En medio del ataque, Jim se cortó la mano con el cuchillo, lo que le dio a Christy la oportunidad de escapar. Al intentar huir, tropezó, y el forcejeo continuó. Jim la golpeó contra el suelo y un tocador, arrancándole casi una oreja. Fue entonces cuando Christy se percató de la pistola rosa de 9 mm que su esposo tenía en el bolsillo.
Después de que el cargador de la pistola se cayera, Jim usó la culata del arma para golpearla en la mandíbula. En un momento de desesperación, Christy le gritó: «Hijo de puta, no puedes matarme». Jim, entonces, se levantó y le disparó a quemarropa en el pecho, a pocos centímetros del corazón.
Mientras Christy se desangraba, Jim limpió el cuchillo y colocó la pistola junto a su cuerpo. Ella le suplicó que llamara al 911, pero él fingió marcar el teléfono. Después de casi media hora, Christy, sintiendo que sus fuerzas se agotaban, suplicó a Dios. Jim, creyendo que la había matado, se fue a la ducha.
Christy, aprovechando la oportunidad, se levantó y, con una pierna herida, logró salir de la casa. En la calle, detuvo a un conductor y le pidió ayuda, entregándole la pistola. Fue llevada a la sala de emergencias, mientras Jim, al darse cuenta de que había escapado, salió de la casa en busca de ella.

Diez años después, Christy reflexiona sobre su vida. En una cena, evoca su amor por el boxeo, mencionando a boxeadoras como Katie Taylor y Laila Ali, y valora el trabajo duro. Recuerda su inducción al Salón de la Fama del Boxeo Internacional, un reconocimiento a su carrera.
Antes de ser famosa, Christy creció en Itmann, West Virginia, en una familia humilde. Su padre la apoyó en sus sueños deportivos. Desde pequeña, participó en béisbol y fútbol americano, demostrando su espíritu combativo.

Christy conoció a James Martin a los 22 años. En 1989, participó en un concurso de Toughman y, sorprendentemente, tuvo éxito. Esto la llevó al boxeo profesional. Inicialmente, Jim, quien se convirtió en su entrenador, no la aceptaba. Sin embargo, con el tiempo, cambió de opinión al ver el potencial de Christy y la oportunidad de ganar dinero.
Christy se destacó por su estilo agresivo y sus victorias por nocaut. Su éxito la convirtió en una figura mediática, y Jim vio la oportunidad de obtener beneficios. La controlaba, la aislaba y manipulaba, afectando su autoestima y sus relaciones.

Dos años después de conocerse, se casaron. Christy sabía que no era amor, pero creía necesitar a Jim. En la década de 1990, el boxeo femenino floreció. Christy se hizo famosa por sus nocauts y su personalidad. Jim controlaba su vida, sus finanzas y hasta sus relaciones. La vigilaba y la amenazaba con divulgar imágenes comprometedoras.

Antes de que su carrera terminara en 2012, Christy ganó $4.5 millones. Aunque fue una figura pública, la soledad la atormentaba. Jim le decía que la mataría si lo dejaba.
Deana Gross, amiga de Christy, notó el comportamiento controlador de Jim. Christy le confió que su matrimonio había terminado, y Gross recuerda su despedida el día del ataque.

Christy y Sherry Lusk se reencontraron después de muchos años. Sherry sospechó que Christy estaba en peligro y que consumía cocaína, proporcionada por Jim. Christy le contó a Sherry que no se sentía segura y que no podía dejar a Jim. Se encontraron en St. Augustine, y Jim la amenazó por teléfono.
Antes del ataque, Christy le había dicho a Jim que quería divorciarse. Él le respondió con amenazas. Las últimas palabras de Christy a Sherry fueron: «Este hijo de puta me va a disparar».
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En el hospital, los médicos estabilizaron a Christy, que tenía dos pulmones perforados. Su familia llegó al día siguiente. Su madre recuerda el impacto de ver a su hija en ese estado. Christy le dijo a su madre: «Te dije que estaba loco, mamá».
Después del ataque, Christy soñaba con escapar. Aún sufre de estrés postraumático. La violencia doméstica deja huellas que tardan en desaparecer, incluso con el paso del tiempo.







